viernes, 28 de enero de 2011

"Me siento orgulloso de lo que hicimos"


El legislador Juan Carlos Dante Gullo hizo una encendida defensa del kirchnerismo y de su actuación en la década del 70. Dice que el oficialismo "está fuerte" para las elecciones.


Por PAULA BISTAGNINO

Buenos Aires > Vive en el Bajo Flores, en la misma casa en la que nació, se hizo peronista y de donde el 5 de agosto de 1976 la dictadura militar se llevó a su mamá, aún hoy desaparecida junto a uno de sus hermanos. “No fueron ellos dos. Fueron muchos, casi todos los amigos y compañeros. Y encima fueron los mejores. Pero no me arrepiento. Yo estoy orgulloso de cada uno de ellos y de lo que hicimos”, dice Juan Carlos Dante Gullo (63), sentado en el living de Cachimayo 1940. La casa es casi un museo de su propia historia y de la del peronismo, el de ayer y el de hoy, dice, “el de Perón y Evita y el de Néstor y Cristina”: afiches callejeros, fotos, recortes de diarios y revistas, esculturas, placas, óleos y hasta dos vitraux hechos a pedido que recrean la imagen de Eva Perón, hacen a la decoración, desde su habitación hasta el quincho. Aquí es donde además el dirigente justicialista pasa sus vacaciones en este 2011, después de un 2010 intenso: “Más tranquilo que acá no me siento en ningún lado. Además la militancia no tiene receso”, aclara. 

¿Qué significa el kirchnerismo en la historia del movimiento peronista?
El kirchnerismo es la mejor interpretación del peronismo. Esto quiere decir, que es el peronismo en 2010. No es el de los ’40 ni el de los ’70. Así como aspiramos a que en 2025 sea otro. Pero siempre es el movimiento político que nos brinda la posibilidad de consolidar una Nación, de dar respuesta a todos los sectores sociales, de tener un continente más unificado y obviamente de tener respuestas de calidad de vida para todos. Hoy el peronismo no sólo da respuesta a la mayoría, sino que también es capaz de comprender a las minorías, hacerse de sus demandas y generar toda una legislación acorde con los tiempos y muy de avanzada, como fue por ejemplo el Matrimonio Igualitario. Esto es fabuloso, porque hace del peronismo un movimiento más rico y más amplio todavía. Se está produciendo un fenómeno en términos culturales  mayor al de los ’40 y los ’70. Hoy prácticamente el gran espacio cultural creativo en la Argentina está copado por estas ideas. Y, del otro lado, cada vez quedan menos dinosaurios. Son piezas muy sueltas, que además no responden a un patrón cultural, como en otro tiempo era el liberal, el mitrista, o el civilizatorio sarmientino. Hoy son un montón de cosas agarradas a la fuerza, un intento de collage. Pero no hacen uno. Lo que digo es que no hay ahí un modelo o idea Nación distinto. No hay nada.
 
Si no hay una unión ideológica en la oposición, entonces ¿qué los une?
Es sobre todo cultural. Son conservadores y no se animan a romper el statu quo. Yo te aseguro que si dejás a alguno de los muchachos de la oposición, cualquiera de ellos, hasta los menos de derecha, ninguno tocaría nada. Es más, estoy seguro de que volveríamos al Medioevo: un estamento de militares, otro de sacerdotes y el señor feudal. A mí me asombra, porque yo creía que, después de la dictadura, la democracia iba a generar condiciones de cambio y echar las bases definitivas de una sociedad más igualitaria, con inclusión y participación de todos los sectores. Pero desgraciadamente hemos visto en estos años que no es así. Lo que los une no es una ideología, sino el qué dirán, las corporaciones, ciertas élites y privilegios de clase. No tengo dudas de que es un sector minoritario, pero el problema es que es poderoso.
 
¿Qué cambió con Néstor Kirchner?
Su muerte ha sido un golpe terrible pero a la vez nos ha permitido ver la dimensión de lo que ha sido su política, que no sólo nos hace pensar en una Argentina en términos estratégicos, sino también en términos históricos. Néstor nos volvió a abrir la posibilidad de instalar el paradigma de lo popular y lo nacional, el de la liberación. Para nosotros, los militantes peronistas, el kirchnerismo es una posibilidad de llevar adelante todas nuestras creencias y anhelos, así como pensar y trabajar en una edificación hacia el futuro. Además, nos instala en una nueva realidad, en la que es posible pensar que gobierna el que gobierna, dejando de lado las democracias vacías de contenido y, además, expresando los anhelos populares y poniendo a las corporaciones y a las élites en caja. No sólo en el plano interno, sino también en el internacional. Esto es histórico.

¿Por qué el peronismo no pudo hacer esto antes?
Es que hay un tiempo para todo. Eso es algo que nunca dejé de ver y por eso seguí militando y no me desencanté de la política. Porque sabía que iba a llegar este momento, en el que es tiempo de poner en manifiesto esta verdad que representamos como peronismo: un peronismo que no concede, contestatario, rebelde, de izquierda y trasgresor. Es el momento de la reafirmación de una pertenencia y de una identidad, que para los tiempos que corren no es poco. Es también el rescate de la militancia y la confirmación de que la utopía y la mística revolucionaria siguen vigentes. Pero esto no significa no ver lo que falta. Lo realizado es mucho, sin dudas, pero sabemos que hay que profundizar y eso es lo que nos mantiene con los ojitos bien abiertos, bien parados y con una entrega total. Yo quiero un país sin villas miseria, con educación excelsa para todos, con igualdad de oportunidades. Hacia ahí tenemos que ir.

¿Cree que todo el peronismo está convencido de esto?
A mí no me defrauda el peronismo de derecha. Por ahí me llama la atención cierto sector que rompe una situación que en el peronismo siempre se respetó: vos podés ser de derecha o de izquierda, pero jamás podés jugar como procesista. Jamás a ningún peronista se le hubiera ocurrido reivindicar a (Alejandro Agustín) Lanusse, a (Juan Carlos) Onganía, a (Pedro Eugenio) Aramburu o a (Isaac) Rojas. Esto de decir “basta con los derechos humanos”, o “Videla si, Videla no” es una barbaridad y algo inaceptable en el peronismo. Nunca estuvo en discusión.

¿Hay que seguir debatiendo los años 70?
Si, los ‘70 y también los ‘40. Porque este paradigma vigente gana espacio en la juventud y en las nuevas camadas de trabajadores que están comprendiendo lo que significa esta economía de inclusión social. Así que es bueno discutir el pasado. Lo malo es tapar el pasado, o desvirtuarlo. Nuestra historia está muy cargada todavía de hechos que tenemos que rescatar y de desafíos que tenemos que redoblar  para lograr las metas.

¿La discusión de los ’70 implica también una revisión del accionar de la guerrilla?
Yo creo que hay que revisar todo. También eso. Pero hay tres cosas que no podemos omitir: que forma parte de nuestro pasado, que fue parte de una práctica política y que no fue una práctica surgida de un día para el otro. Cuando nosotros irrumpimos en los ‘70 no lo hicimos por casualidad o porque nos empujaron. Lo que hicimos fue reivindicar lo mejor de la resistencia peronista y comprometernos en la lucha por el liderazgo de Perón. Nada más y nada menos. Y hay que ver que lo hicimos en el  contexto de un mundo en el que, tanto en América Latina como en África y en Asia los pueblos luchaban por su independencia y su liberación. Y lo hacían resistiendo al colonialismo y al imperialismo, pero también a los gobiernos centrales que eran dictatoriales. A mí no me pesa el pasado. No guardo odios. No soy ni de los que hacen puchero y se lamentan, ni tampoco de los que están rumiando bronca u odios. Lo que yo digo es: verdad y justicia.

En esta revisión entra el asesinato de José Ignacio Rucci, sobre el que usted hace poco dijo: “Todos los caminos conducen a Roma”.
Con eso yo no quise decir que fue Montoneros, sino que había que hacer lo imposible para que todos se sientan tranquilos y digan y expresen lo que quieran. Y avalo que la familia tiene todo el derecho de pedir a la Jusiticia que se investigue el hecho. Yo reivindico lo que fue el rol de la juventud de los ‘70 y nuestro compromiso. Me siento orgulloso de que hayamos contribuido a la continuidad histórica no sólo del liderazgo de Perón, sino también de las luchas emancipadoras de la Argentina. Jamás hubiese pensado ni esperado que la juventud de los ’70 jugara en forma reaccionaria o adoptando políticas individualistas y de derecha. Nosotros seguimos con el ideario de José de San Martín. Y si tenemos que cruzar los Andes nuevamente lo haremos. Y si tenemos que repeler las invasiones inglesas con aceite, o poner las cadenas como en la Vuelta de Obligado, o asumir la defensa del pueblo y de la patria, o dar la vida por nuestros hermanos latinoamericanos, lo haremos. No vamos a jugar a las escondidas ni al yo no fui.

¿Sigue creyendo como dijo entonces que fue la CIA?
Cuando me enteré de la noticia yo estaba en Gaspar Campos esperando reunirme con Perón. Estaba tomando un café con Isabel y entonces el jefe de la custodia nos avisó lo que había pasado. Ante semejante hecho, la reunión con Perón quedó para después y sólo charlé con él dos o tres minutos, en los que justamente comentamos esto. Hablar de la CIA como un elemento desestabilizador en ese momento no era traído de los pelos. Estábamos todavía muy conmocionados por el golpe militar a Salvador Allende. Y cuando salí dije eso, que era lo que yo creía.

Y hoy, casi cuarenta años después, ¿qué cree?
Que no era desacertado pensar eso en ese momento. No dije una cosa estúpida. Hoy digo que todos los caminos conducen a Roma, que cada uno camine el suyo hasta la verdad. No hay que tenerle miedo a esto. Ahora, si vos me apurás y me preguntás si fue montoneros, yo te digo que no. No es cierto esto que dicen ahora de que nosotros, la JP o los montoneros, sabíamos. Mentira. Si fue un sector de la organización, lo mantuvieron oculto. No lo sé. Yo te puedo decir que no supe nada de primera mano.

¿Por qué cree que esto vuelve tan fuerte ahora?
No sé si es tan fuerte realmente. Hay ciertos temas que se toman por necesidad de revisar la historia, lo cual a mi me parece correcto. Pero yo no dejo de saber que detrás de estas cosas siempre hay manos que quieren volver a la teoría de los dos demonios y hablar de los Montoneros que están hoy en el gobierno. Y todo termina en que Néstor y Cristina eran montoneros. Siempre la misma historia. Ya sabemos quiénes son.

¿Cómo está el kirchnerismo de cara a 2011 tras la muerte de Kirchner?
Estamos muy fuertes. No sólo porque el liderazgo y la conducción de Cristina están muy fortalecidos sino porque hay una juventud militando que garantiza un futuro. Esto es lo mejor que nos puede pasar, no sólo como peronismo sino como sociedad.


Nota publicada en: 
http://www.lmneuquen.com.ar/noticias/2011/1/16/95572.php  

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