El diputado nacional Juan Carlos Dante Gullo disertó sobre Derechos Humanos y Memoria, ante un auditorio que colmó las instalaciones del Centro Cultural El Zaguán, en el marco de Café Cultura Nación, organizado por la Secretaría de Cultura de la Nación.
El referente histórico de la Gloriosa JP resaltó la defensa integral de los derechos que realizan los gobiernos populares, en contraposición a la vulneración de los mismos que siempre llevan adelante los gobiernos que representan los intereses de minorías o de elites.
También destacó con respecto a Los Derechos Humanos y la memoria que "No es solo hablar del pasado, que hay que hacerlo, reivindicarlo, recordarlo, porque todavía tenemos instancias que tienen que ser resueltas a nivel de la Justicia con verdad, condena y castigo a los culpables, pero esta reivindicación significa los Derechos Humanos hoy, los derechos sociales hoy, no sirve de nada dar vueltas en función de reivindicaciones del pasado si este presente nos encuentra todavía con excluidos".
El Diputado Nacional, además, expresó la importancia de "Dar la discusión a todos los que hoy expresan discursos excluyentes desde ciertos medios, desde cierto arco opositor elitista y liberal, desde cierto conglomerado de desmemoriados que fueron los que nos llevaron a una situación prácticamente terminal en el 2001. Y hay que hacerlo como lo sabemos hacer, con los Derechos Humanos, los derechos sociales, los proyectos integradores. Porque las naciones levantadas y de pie, se defienden todos los días, las 24 horas del día, todos los días del mes, todos los meses del año, todos los años".
Finalmente, exhortó a los jóvenes militantes para que realicen su propia experiencia en el armado político: "No voy a hablar de la juventud de los setenta, yo quiero aprender de vos y de chicas como vos, y de compañeros como vos, para ver cómo se unifican ahora y nos enseñan a nosotros a ser distintos".
Texto completo de la Exposición del diputado nacional Juan Carlos Dante Gullo en Café Cultura Nación
“Hoy me convocaron para hablar sobre Derechos Humanos y memoria, dos palabras que significan mucho, van ligadas. Es imposible en una realidad como la Argentina o Latinoamericana desarrollar el tema de los Derechos Humanos como si fuese una cosa en abstracto, o sin la responsabilidad de generar el mecanismo de la memoria.
La memoria no solo determina explicitar que significan los Derechos Humanos sino como se los defiende, se los promociona y se los sincera en función de una realidad como la nuestra, la vivida, y, obviamente, se los incorpora en el presente tratando de generar todo lo que hay que rescatar para bien o para mal.
En mi caso, el tema de la memoria y Derechos Humanos me gustaría que sirviera para que surjan algunas cosas para poder discutir o charlar. Una, es que en la Argentina contemporánea, en nuestra Argentina, que supuestamente significa nuestra práctica, nuestra conciencia, nuestro ideario, nuestras ideologías, se han conculcado o vulnerado los Derechos Humanos cuando gravitaban políticas que iban en contra de los intereses populares. Obviamente, eran los sectores populares que pugnaban por cambios, transformaciones, o los que luchaban por sus reivindicaciones, intereses y objetivos estratégicos, los más golpeados y los que más sufrían en función de hacer tabla rasa con los Derechos Humanos.
Lo contrario también es válido si nos proponemos trabajar. Es en los momentos en que se consolida la democracia, con gobiernos populares, con gobiernos que contienen a las mayorías, donde más se desarrolla desde el Estado, incluso desde el Gobierno, la defensa de los Derechos Humanos. No es casual que en estos últimos años una de las muletillas, una de las críticas que más se le hacen, tanto al gobierno de Néstor como al de Cristina, es levantar la bandera de los Derechos Humanos.
Digo que no es casual porque si analizamos este razonamiento que quiero trabajar con ustedes, si somos aquellos que aspiramos a proyectos colectivos, a proyectos de crecimiento con inclusión, a proyectos que determinen democracias sustentables, sólidas, con participación y protagonismo; a democracias que contengan y generen una reivindicación de los sectores populares, de los trabajadores, es decir, de todos los que sufrimos la vulneración de estos derechos, también es obvio que cuando llegamos estos sectores, hacemos de esto un abc y una defensa importante.
El otro tema que me gustaría que charlemos o que podamos generar un intercambio de ideas, es que de la mano de los Derechos Humanos también están los derechos económicos, sociales y culturales. Y también aquellos gobiernos que se han caracterizado por llevar adelante políticas reivindicativas que hacen a la justicia social, a la defensa de la niñez, a los derechos del trabajo, a la dignidad del trabajo, a la dignidad de la vida en su conjunto, a todos aquellos derechos que son constitutivos y piedra fundamental de un proyecto integrador, son los que no solo tratan de defender la libertad, los derechos civiles y políticos, sino que extienden esto a la defensa irrestricta de todos los derechos.
No hay Derechos Humanos por aquí y una suerte de burbuja en detrimento de lo que significan políticas, incluso desde el estado, desde el gobierno, que no contienen a las palabras igualdad, justicia social, igualdad de oportunidades. Si ambas cosas no van de la mano, o se van recreando en una suerte de cultura, de comprensión de la igualdad y la libertad de las mayorías, del respeto inalienable de lo que significan sus decisiones soberanas, esto obviamente, más tarde o más temprano, se corta.
Este es un tema en el que estamos demorados y tenemos que dar una gran discusión, porque ciertos sectores, desde concepciones liberales o elitistas, hacen una suerte de acopio de lo que significa una suerte de verdad extrema, basada y centrada en la defensa de los derechos civiles y políticos en detrimento de lo que son las posibilidades del conjunto, de las mayorías.
Hay distintas visiones en la sociedad sobre como practicamos la memoria en función de los Derechos Humanos, esto hoy está instalado en nuestra sociedad. Hay ciertas minorías que se creen dueñas de una democracia entre comillas, que significa, también entre comillas, “su” idea de democracia y de gobierno, “su” idea de nación y de pueblo, “su” idea de república, “su” idea de participación, en detrimento de lo que son las mayorías y las verdaderas reglas de juego que determinan qué democracia, qué estado, qué gobierno, qué república.
Y este creo que es uno de los desafíos más interesantes que tenemos los países que, como Argentina, todavía tenemos que avanzar en función de la calidad de la democracia, en contenido, participación y protagonismo a las mayorías populares, o al conjunto de nuestro pueblo, y también en la manera en que vamos adecuando nuestros gobiernos y democracias en función de esas mayorías y de esas necesidades.
En consecuencia, no es para todos válida la palabra igualdad, no es para todos válida la palabra libertad y no es para todos válida la palabra que significa la defensa de los derechos civiles y políticos, de los Derechos Humanos y, obviamente, lo que significa hoy levantar con mucha fuerza los derechos económicos, sociales y culturales. Hay algunos que protestan en función de sus intereses o situaciones de privilegio, pretenden que les tenemos que conceder todos los espacios de sus libertades individuales, que no son otra cosa que sus políticas elitistas y resguardar su participación en detrimento de la participación de las mayorías.
Nosotros concebimos, y por eso este juego que yo hice de que confrontemos si es verdad que cuando los movimientos y los sectores populares desde el llano pugnaban por el retorno de la democracia, o en resistencia, en lucha, por implementar políticas que signifiquen no vulnerar las voluntades de las mayorías, las minorías eran las que en la Argentina vulneraron y conculcaron Derechos Humanos, libertades, vidas.
Y también en paralelo a lo que significa la defensa de los Derechos Humanos, hay una correspondencia con una calidad de vida, con la igualdad de oportunidades para todos los sectores. Yo creo que cuando en la Argentina gobernaron los sectores que hacen un mal uso de la defensa, entre comillas, limitada de los Derechos Humanos, o de la supuesta, entre comillas, Constitución, que no se respetaba, o de la democracia que no se respetaba, ahí se vulneraban atrozmente los Derechos Humanos.
Y se vulneraron las vidas de los habitantes, de todos los habitantes. Obviamente, siempre sufriendo más los sectores postergados, los sectores del trabajo, los sectores populares. Y cuando esas minorías, en nombre de ciertas revoluciones, que venían a traer democracia y Constitución, vulnerando esa democracia y Constitución, generaban políticas que avasallaban Derechos Humanos, también implementaban proyectos económicos que excluían o dejaban afuera a la mayoría. Esto significaba llevar adelante políticas restrictivas donde se vulneraba todo lo que eran los derechos sociales, económicos y culturales de las mayorías.
No voy a hablar de la Constitución del 49 y de lo que significaba para nuestra Argentina hace ya prácticamente 60 años, la implementación de una serie de artículos que llevaban a nuestra máxima instancia institucional, que es la Constitución, los derechos a la niñez, al trabajo, a la ancianidad, en fin, a una vida plena y rica. No es casualidad que después del 55, Convención Constituyente mediante y reforma, y nueva Constitución, lo primero que se hace es vulnerar en esa normativa suprema y magna los artículos que determinaban la igualdad sin límite que se había fijado en la Argentina para todos los hombres y mujeres que habitábamos este país.
Yo dejo esto abierto para las preguntas y respuestas, para la intervención de ustedes y a mí me dejaría más que conforme si podemos trabajar con algunos compañeros de juventud, como desarrollo además de problemática, lo que fue nuestra historia contemporánea reciente y lo que significa el derrotero de los movimientos populares, el rol que les corresponde a los compañeros y compañeras cuando como en una instancia como la que hoy estamos viviendo, que hoy es el Gobierno de Cristina, anteriormente el de Néstor, donde encontramos expresiones que en función a la representatividad y a la legitimidad de las mayorías, hacen de la defensa de los Derechos Humanos un abc.
Y nosotros tenemos que dar la cara y decir sí, estamos en función de lo que es la defensa irrestricta de los Derechos Humanos. Y además, cada uno de nosotros, en un rol militante, responsable, tenemos que hacer de esa defensa prácticamente trincheras, donde se le ponga freno a todo lo que significó el avasallamiento que determinaron minorías, o formas de repensar una Argentina que no tiene que volver.
Nosotros tenemos que ser elementos dinámicos de difusión permanente de lo que significa la reivindicación, la defensa o la denuncia ante el incumplimiento de los derechos económicos, sociales y culturales. Y más allá de si somos oficialistas, menos oficialistas, o como se le quiera llamar, cada compañero, hombre o mujer, que cumple un rol en el Gobierno, o un rol en el Partido, o un rol en el Movimiento, o un rol en la calle, tiene que constituirse en un elemento dinámico y difusor de estas ideas. Como decía Evita: ahí donde hay una injusticia hay un derecho. Y donde hay un derecho tiene que estar uno de nosotros levantando una bandera de lo que significa reivindicar, en primer lugar, a aquel que no tiene y que vive en una sociedad que exige igualdad: igualdad en el trato, igualdad de oportunidades, igualdad en todos los derechos.
No tenemos que perder más, no solo la calle, sino los lugares donde están las necesidades que significan generar desde la memoria la defensa de los derechos: una fábrica, un conflicto gremial, un chico con hambre, un anciano con problemas de salud, un hospital que no funciona, una escuela que se cierra o no hay clases porque no van los sueldos, o la infraestructura está mal, o el edificio se cae, un barrio sin infraestructura, sucio. Hay todavía muchas deudas pendientes en la Argentina, a pesar de los últimos años en que se han generado políticas dinámicas.
Los Derechos Humanos y la memoria es fundamentalmente, no un hablar del pasado, que hay que hacerlo, reivindicarlo, recordarlo, todavía tenemos instancias que tienen que ser resueltas a nivel de la Justicia con verdad, condena y castigo a los culpables (aplausos). Pero esta reivindicación significa los Derechos Humanos hoy, los derechos sociales hoy, no sirve de nada dar vueltas en función de reivindicaciones del pasado si este presente nos encuentra todavía con excluidos, o con injusticias. Si nosotros somos capaces de darle sustento a estos proyectos, no hay idea de economía si no es con inclusión, no se entiende de otra manera.
Hoy, incluso, nos están instalando en un mundo en crisis -por suerte la Argentina tiene las espaldas más anchas-, los mismos gurúes del pasado, las mismas malas intenciones. Lo que significa comenzar a llevar políticas de enfriamiento, políticas elitistas, políticas de exclusión, políticas que además no miran en función del objetivo principal que es el pueblo, que somos nosotros; sino políticas de números, de números cerrados, de números antojadizos, de números de desigualdad, de números de conflicto, de números de avasallamiento de los Derechos Humanos y de los derechos sociales.
Yo creo que estamos ante una encrucijada y en la cancha se ven los pingos. Y nuestros pingos tienen que estar en relación a lo que es hoy este momento muy especial del mundo y de la Argentina. Un momento donde nosotros, hoy más que nunca, debemos desplegar nuestras banderas de igualdad y de libertad, de inclusión, de justicia social, de no querer más chicos pobres, de no querer que haya familias nuevamente en las vicisitudes de la desocupación, o de malos salarios, o de carencia de oportunidades. No queremos carencia de estudio, ni carencia de salud, no queremos ciudades destruidas, porque hasta regiones económicas fueron destruidas en el pasado reciente.
Hace pocos años, seis años atrás, o siete, antes de la crisis del 2001, había economistas y gurúes que decían que ante la situación de crisis de la economía argentina y la imposibilidad nuestra de gobernarnos, o de dirigirnos como Argentina y Nación, hasta era válido rematar parte de la Nación, para que ciertos capitales que venían de potencias extranjeras significaran la posibilidad de cerrar balances en detrimento de territorios, en detrimento de vidas, en detrimento de argentinos y argentinas.
Esto pasó hace poco. Por eso hay que dar la pelea y la discusión a todos los que hoy expresan discursos excluyentes desde ciertos medios, desde cierto arco opositor elitista y liberal, desde cierto conglomerado de desmemoriados que fueron los que nos llevaron a una situación prácticamente terminal en el 2001. Y hay que hacerlo como lo sabemos hacer, con los Derechos Humanos, los derechos sociales, los proyectos integradores. Porque las naciones levantadas y de pie, se defienden todos los días, las 24 horas del día, todos los días del mes, todos los meses, todos los meses del año, todos los años.
Y se defienden como nosotros sabemos hacer: casa por casa, discusión por discusión, con la familia, con los comerciantes, con los pequeños y medianos industriales, con las amas de casa, con todos, en todo lugar. Ahí donde hay uno de nosotros, no importa cuántos son los que están confundidos, desorientados o manipulados, se levanta una mesa, se pone una silla arriba de la mesa y nos subimos arriba de la mesa y de la silla, y comenzamos a dar la discusión (aplausos).
Discutir, debatir ideas y proyectos, es la política con mayúsculas, no la politiquería que nos quieren vender armando esta idea de república aséptica, donde lo mejor que nos puede pasar es que los partidos sean ruinas y donde los supuestos dirigentes surjan del consenso, como decía el periodista Bernardo Neustadt: diez jóvenes brillantes. Con diez jóvenes brillantes por año no llegamos a nada, nosotros no necesitamos a diez jóvenes brillantes, necesitamos millones de chicos y chicas jóvenes que estudien, que se capaciten, para volver a reestablecer la discusión de lo que es la salud pública, la escuela pública, volver a recuperar los espacios públicos. La militancia sin espacio público no es militancia, es gerenciamiento, es seguidismo, es oportunismo (aplausos).
Y la militancia como elemento hacedor de definición de proyectos es volver a las fuentes, es volver a abrir los cauces a las nuevas generaciones, es volver a reivindicar a los sujetos de la historia, a los actores sociales que dinamizan, trabajadores, sectores populares, las mujeres, todos en función de una idea colectiva que signifique, en estas aperturas generacionales y en este llamar a las cosas por su nombre, volver a mover el banco de suplentes. Para generar desde los nuevos semilleros la posibilidad no solo de definir un proyecto de país, sino tener a nuestros dirigentes, hombres y mujeres jóvenes, que sean los que se pongan a la cabeza de lo que tiene que significar la agresiva política de una Argentina que tiene que darle a sustento a su democracia, a su justicia social, a su independencia económica y a su soberanía política. Muchas gracias, podemos abrir el debate”. (aplausos)
Pregunta del auditorio: Estoy absolutamente de acuerdo con usted, pero a mí me preocupa que en este gobierno, que para mí está haciendo las cosas bien, está lleno de esos funcionarios que van a volver a traicionar, porque ya se hizo...
Dante Gullo: (Risas) Entiendo la pregunta, pero no sé cuáles son los funcionarios, pero debe haber, debe haber. No caben dudas de que todavía la abuela no separó las lentejas buenas de las malas, no. En un kilo siempre hay que separar algunas lentejas, pero bueno para separar las lentejas malas también hay que ser ambicioso en el guiso que uno quiere preparar. Pero como dije antes: si no provocamos la apertura de las nuevas generaciones, si no convocamos a los sectores que son determinantes en función de un proyecto que los integre y que además los contenga, me refiero a los sectores del trabajo y la producción.
Hoy estamos en el 2008 y dadas las vicisitudes que vivimos como república y como continente, no somos capaces de apreciar que en estos años se han conformado otros actores que también hay que escuchar, algunos minoritarios, otros con situaciones específicas. Cuando fue toda la crisis previa al 2001 aparecieron cartoneros, clubes de trueque, familias que se nucleaban en defensa de la escuela pública, papás que se ponían de acuerdo y uno llevaba a la escuela a varios chicos, porque otros tenían que trabajar o estar pendientes de una changa. Barrios que se sumaban a instancias organizativas a nivel no solo de la seguridad sino también de otros aspectos de la vida comunitaria, porque la gente no tiene las posibilidades pero no pierde la cultura de la solidaridad.
Todo esto tiene que ser interpretado y a la vez asumido por nosotros para generar los nuevos canales para que haya participación, para que haya otras representatividades, de esa manera vamos a ir achicando el margen de error y vamos a poner en evidencia lo que significan algunos o algunas que no están a la altura de las circunstancias.
En la medida que vayamos generando los canales de representatividad se achica mucho la posibilidad de que cuando uno llegue, el nivel del escritorio te maree y te mandes alguna puercada. Más, yo creo que entramos en una etapa diferente del mundo y de la Argentina y hay que apurar el paso porque tenemos que cerrar la brecha entre lo que decía Néstor Kirchner cuando asumió: que él no asumía para dejar las convicciones o las conductas en la puerta de la Casa de Gobierno, sino muy por el contrario llevarlas en función de la tarea permanente. Yo creo que viene un mundo distinto, la Argentina obviamente va a observar por coletazos, o por una necesidad de observación cultural y de vivencia a este mundo en cambio.
En esta etapa que se abre, yo digo que la nueva militancia no solo tiene que tener conducta y convicciones, también tiene que estar imbuida de mucha solidaridad y amor. Los nuevos militantes tienen que ser una mezcla de Evita, del Che Guevara, pero también de San Francisco y de Sor Teresa. Porque vamos a entrar en una etapa en que quizás sea necesario tener que repartir el pan y persuadir a la sociedad de que quizás tenemos que repartir los panes, previo milagro de que primero hagamos que aparezcan los panes.
Y todo esto en un mundo que además nos tiene que dar a nosotros una categoría de representantes y funcionarios que tengan que dar el ejemplo. Quizás el funcionario no tiene que repartir el pan, tiene que decir no, yo paso, coman ustedes.
Auditorio: Soy Paulita, militante en la Unidad Básica Salvador Gullo ¿Quisiera saber cómo fue la unificación de la Gloriosa JP y cómo nos ve a la juventud hoy en esa tarea?
DG: ¿No querés preguntar nada más? (Risas) No te voy a poder contestar porque sería salir del contexto y de tema, pero quizás eran épocas como estas ¿no? Donde también la solidaridad y esta nueva calidad de cuadros, de militantes, tienen que empezar a pensar en función del todo, del colectivo y no en función de uno o de un grupo. Más allá de que, obviamente, uno tiene que estar pendiente de las listas electorales, del cronograma electoral, hay un día a día que significa una construcción colectiva. Yo creo que hay que entrar en ese terreno y no asustarse. También nos metieron desde un discurso, o desde un manipuleo liberal, antojadizo, el fin de las ideologías, el fin de las ideas, el individualismo, el sálvese quien pueda, y pareciera que todo lo que uno dice en términos de patria, de pueblo, de nacionalismo, de popular, de revolucionario, de rescate y revisionismo de la historia, es como que son cosas fuera de uso.
Nos quieren hacer entrar en una suerte de zapping individualista donde, obviamente, ni se salva uno, ni se salva todo. Es más, nos caemos todos. Así que bueno, ese proceso de reunificación respondió en mucho a ese proceso de crecimiento, ese proceso de apertura de conciencia y toma de posturas, que vino a romper con los esquemas individuales y asumir el colectivo. Y yo creo que hay que hacerlo, está en línea con esto que decía: hay que entrar en otra etapa. Además los argentinos y argentinas en muchas cosas tenemos que hacer un esfuerzo, la solidaridad y el amor como yo hablo, no son valores cerrados, son valores dinámicos.
Hay que también pensar y repensar que entramos en una etapa donde hay que defender el pleno empleo, el trabajo de todos. Argentina tiene que generar producción, Argentina, junto a Latinoamérica y los países del Unasur, tiene que cumplir un rol determinante. Esto va a significar, además, definir qué comemos y qué exportamos. Y qué comemos también hay que hacerlo con un sentido de solidaridad.
Hace poco contaba en un reportaje que a veces le digo a mi hijo: -¿Para qué pedís una gaseosa más, la vas a tomar? Si no la vas a tomar, no la pidas. Porque muchos de nosotros venimos de una cultura donde la comida no se tiraba. A mí de chiquito me enseñaban en mi casa que lo que quedaba se comía después. Y también me decían que antes de tirar un pan a la basura había que besarlo, porque tenía un valor simbólico todo eso. Si uno se pone a ver en la Argentina, hoy, en este marco que nos quieren hacer esta sociedad consumista, fashion, de los lindos, de las lindas, con ruido, música, luces, que no está mal, todos tenemos acceso a una calidad de vida diferente y digna, el Peronismo es eso, son sociedades que se equilibran hacia arriba, sociedades con sencillez, felices.
La revolución no era para sufrir, era para ser feliz. Pero acá hay que empezar a comprender que no se pueden tener todas las luces encendidas a la noche, ni coches grandes con un solo tipo manejando, pero bueno, es una cultura, hay que aprender. Porque cuando más ahorremos, si ocurre una situación de desigualdad y tenemos hermanos, hermanas, compatriotas, que no pueden o no tienen acceso, hay que comenzar ya a trabajar un fondo, o reserva, que signifique que con el gran ahorro de la mayoría podamos asistir a aquellos que están fuera del pueblo.
Más, yo no voy a hablar de la juventud de los setenta, yo quiero aprender de vos y de chicas como vos, y de compañeros como vos, cómo se unifican ahora y nos enseñan a nosotros a ser distintos.
Auditorio: Yo soy de Almagro y siento que está en peores condiciones que otros barrios que tienen más mantenimiento como Palermo o Belgrano ¿Qué podríamos hacer para mejorarlo?
DG: Almagro, Almagro de mi vida. Almagro es un barrio con mucha historia y tradición. Yo creo que igual corremos parejito en todos los barrios, tenemos que entrar nuevamente en un proceso de generar relaciones, marcos de reciprocidad, de solidaridad. Por ahí en algunos sectores o barrios de clase media se cayó en la creencia de que uno iba a la góndola, agarraba el frasquito y mágicamente se solucionaba todo. Y hay que volver a la cultura que significa la inserción, la historia, la cultura. Además, yo creo que Almagro está bien politizado.
También hay un proceso en estos últimos años en el cual las grandes urbes generaron en función del humor de cierta clase media, frases como “y, por algo será”, o “yo no fui”. Y ante lo que fue la crisis tan profunda que nos llevó al 2001, en lugar de pensar en función colectiva y de conjunto, cada uno dijo: “y, por ahí yo zafo”. Y ese “por ahí yo zafo” en función de cierta remuneración, de cierto nicho, hace que uno se encierre en sí mismo. Igual, yo creo que a la corta o a la larga, la tradición y cultura de nuestro país y de nuestras ciudades, en función de lo que es nuestra conciencia política, va a despertar. Y ahí se va a dar nuevamente la búsqueda de lo público: el espacio público, que es el barrio, con todo lo que implica, hasta todo lo que ese barrio tiene que disponer en función de sus ciudadanos y ciudadanas. Pero vamos, vamos, vamos por Almagro y vamos por todos los barrios, calculemos que venimos de un año en que el 60 por ciento votó al que hoy gobierna la ciudad. No es un tema menor, tenemos que dar una discusión, a veces nos dormimos en los laureles, nos cruzamos de brazos. Hace un año que esta ciudad está haciendo agua.
Si cualquiera de nosotros estuviese haciendo las definiciones que hace el actual Jefe de Gobierno, que después recoge la piola, que después yo no fui, que después va manejando todo con emparchados. Bueno, ahora depende de nosotros. Hay que retomar el tema de la defensa de la descentralización de las comunas, el presupuesto participativo. Además, hay que generar la idea de que la ciudad no es un coto cerrado, es una ciudad que tiene que estar abierta a todos sus habitantes, abierta a la región metropolitana, abierta a lo que significa Buenos Aires como una especie de luz cultural, como elemento de salud, como elemento educativo, que a la vez se complemente y se integre con las provincias y el resto de los países latinoamericanos.
Todavía nos encontramos algunas veces, y uno se hace el distraído porque no puede dar todas las discusiones, con algunos compañeros, compañeras, hombres y mujeres, que no quieren un boliviano caminando por ahí, un peruano, un paraguayo, un uruguayo, un brasilero, pero ¿dónde estamos viviendo? Por un lado hablamos de Unasur y por otro lado después hacemos discriminación. Incluso, la otra vez escuché espantado a un grupo de gente que decía que había un grupo de una provincia que pululaban y ensuciaban todo. Estamos todos locos. ¿Es así la idiosincrasia del argentino y del porteño? No, no es así, porque cuando después uno se pone a analizar algunas cosas, Buenos Aires, sobre todo, ni es agresiva con el interior, ni con los países limítrofes.
Y hoy Buenos Aires está caracterizada como una ciudad donde, incluso para el turismo, cada uno puede hacer lo que tenga ganas, nadie molesta a nadie, al contrario. Pero bueno, habrá que estudiar y ver por qué se generan algunas instancias donde aparece la discriminación, o el sálvese quien pueda.
Auditorio: Mi nombre es Delfina y soy militante de la UES y del Peronismo. En los últimos meses hubo una suerte de resurgimiento de una gran movilización de estudiantes secundarios en la Capital a raíz de las políticas de destrucción pública del gobierno de Mauricio Macri, especialmente en el tema del recorte de las becas, y nos preguntábamos con los chicos de la UES, como puede ser que una generación que nació en los 90 como nosotros, que hoy salgan a defender los derechos sociales, los Derechos Humanos y algo tan básico como es la educación pública, porque creemos que esto es un gran logro, una transformación muy grande. Por eso te queríamos preguntar a vos qué pensar de nuestro rol en la política, en la militancia, y sobre que hoy se esté levantando una bandera como la de la UES?
DG: ¿Te puedo preguntar de que colegio sos?
Auditorio: del Fernando Fader.
DG: Uno de mis hijos tuvo una nenita hace poco y le puso Delfina, un par de días atrás. Mirá, de las cosas que pasaron en los últimos meses a mí me pareció que hubo dos o tres que fueron muy importantes y que iban a determinar el rumbo del 2009, del 2011 y un poco más. No sé si ustedes son concientes que por suerte estamos metidos en una agenda política muy cargada, a diferencia de unos años atrás en los que no se podía hablar o discutir muchas cosas, porque todo se resumía a que venía la misión del Fondo Monetario, iba a determinar cuánto era el ajuste y en función del ajuste, te embocaban. Nadie podía protestar y los que lo hacían era en solitario. Digamos que la pre-pizza venía premoldeada. Ahora, desde hace unos años, hay una agenda política, está cargada, está abierta, incluso a mí me entusiasmó y sigo de cerca todo lo que significó la irrupción de Carta Abierta, todo lo que significó ahora en función de este tema de las becas y la política del macrismo, en función de una idea distorsionada, antojadiza e ideologizada desde la derecha de lo que es la escuela pública, la participación de los estudiantes. Yo no sé si ustedes son concientes, pero yo vengo rumiando desde hace años, incluso con la aparición de Néstor y ahora con Cristina, que hay una franja de la sociedad que está pidiendo pista, esa franja fundamentalmente yo la vi el primer 25 de mayo del acto grande en la Plaza de Mayo, ¿no sé cuánto hace, dos años? Vi también a toda esa gente linda, joven, que además obviamente sabía porqué iba, en uno de los actos contra la guerra gaucha, que fue también una Plaza de Mayo que estuvo desbordante. Y, obviamente, seguí de cerca todo el rol que le cupo a la juventud en esto de las becas. Yo estoy esperando que ustedes den el todo, yo, todos estamos esperando eso. Yo creo que hay una Argentina que está trabajando una nueva predisposición de militancia y compromiso político. Quizás no estamos a la altura de las circunstancias ciertos niveles de dirigentes, o no sabemos abrir los portones, o no sabemos acoplarnos y acompañar lo nuevo. Pero que lo nuevo está, está. Ahora como yo les digo a muchos compañeros: nadie te va a regalar nada. Ni nosotros que supuestamente jugamos de progre, de abierto y demás. Nadie a la juventud le va a regalar nada. Si la juventud no agarra y ocupa el rol y toma con decisión e inteligencia este momento, desde arriba no te van a dar nada. Pero no digo desde arriba en forma canchera, desde arriba no es Néstor o Cristina, o un grupo de dirigentes, desde arriba es una idea que hay que desterrar que es la del aparato, que es el voluntarismo y el facilismo. Yo creo que ayer como hoy, y yo pienso siempre en estas cosas que te dicen ¿Qué diferencia hay entre la juventud de los setenta y la de los ochenta? Y qué se yo, comparaciones antipáticas no. Yo en esto siempre aplico ese proverbio árabe que los hijos se parecen más a su tiempo que a sus padres. El tiempo de ustedes es este, si no lo aprovechan ustedes, fuimos.
Auditorio: Cuando se hizo la reunión de presidentes americanos en Mar del Plata hubo un pequeño pero amable desacuerdo entre Néstor Kirchner y Fidel Castro sobre el índice de mortalidad infantil en la Argentina ¿Quisiera saber si en este momento se dispone de un valor actualizado y confiable?
DG: La verdad que no conozco bien ese contrapunto, pero debe haber existido. En realidad, desde el 2001 a la fecha todas las variables en términos económicos y todas las variables que determinan realidades sociales, educativas y de salud, determinan que hubo un proceso de recuperación muy interesante en la Argentina. Igualmente esto no quiere decir cerramos la discusión o el debate, Argentina todavía tiene discriminaciones muy grandes, a mí me gustaría que ese contrapunto si existió hubiese significado que el error no era en función de más o menos chicos nuestros muertos, o con hambre, o con limitaciones, pero no te puedo contestar integralmente la pregunta porque no conozco ese contrapunto y porque no conozco las cifras.
Auditorio: Creo que venimos sosteniendo una batalla cultural desde el 76, y creo que en el conflicto con ese campo privilegiado quedó un poco en evidencia la falta de cuadros dentro del gobierno como para defenderlo, ¿cómo ve las relaciones de fuerza en las próximas discusiones que pueden ser mucho más fuertes como la nueva ley de radiodifusión?
Auditorio: Vos hablabas de que vivimos un momento de cambio y una gran crisis mundial, que también puede generar una oportunidad, ¿cómo ves las perspectivas de nuestro país y de nuestro continente?
Auditorio: ¿Cómo se puede lograr que los jóvenes participen más activamente, ya que si bien se ve a muchos jóvenes trabajando con ganas, no llega a ser lo que pasaba con la generación de los setenta, qué le falta a este gobierno para terminar de convencer a los chicos de hoy?
DG: Bueno, las tres preguntas, aunque diferenciadas, se pueden llegar a explicitar. La relación de fuerzas era compleja ayer y sigue siendo compleja hoy. Una relación de fuerzas es una construcción, pero además, con respecto a la última pregunta, no es atributo de este gobierno el generar adhesiones por las adhesiones mismas, es una construcción política, colectiva. Muchas de las críticas que se centran sobre lo que supuestamente son una actitud de gobierno como el doble comando, que no dialoga, que abre muchos frentes, son todas, digamos, críticas o palos en la rueda, que obviamente responden al núcleo central de esto. Esto que estamos viviendo hoy como experiencia, antaño lo vivimos en otros gobiernos que llevaban adelante proyectos integradores, proyectos de inclusión, proyectos que iban dirigidos a las mayorías populares, proyectos que además defendían el trabajo, una idea de un país que no solamente tenía que ser agro ganadero exportador, sino a su vez diversificar su producción, industrializarse, un país democrático. Para llevar adelante un proyecto de país como el que hoy tenemos hay que armar, hay que convencer, hay que persuadir, como decía Perón. No hay posibilidad de llevar adelante un proyecto de país que genere como hace unos días las jubilaciones de reparto si no hay consenso.
Ahora cual es la diferencia entre los grupos elitistas, entre los grupos que critican que la cartera, que el vestido, que el saco cruzado, y lo nuestro. En la Argentina como en muchos países del mundo, está muy demostrado que es más fácil destruir que construir. Es más fácil manejar las elites en entendimiento con los factores de poder económico y financiero y los medios, que ir a buscar el consenso a nivel de los barrios, los sectores sociales que le dan sustento a un proyecto. Nosotros estamos en una necesidad de todos los días, como decía Perón, al acostarnos preguntarnos qué hice hoy para que las relaciones de fuerza sean mejores, que hice hoy para poner en evidencia y desnudar a estas minorías de privilegio que quieren volver a generar una instancia de conflicto, de destrucción, de entrega. Qué hice hoy para que mi vecino cuando yo entro y salgo de casa, con entusiasmo diga: -loco, esta la ganamos, vamos todos a la plaza. Acá vamos a defender la fuente de trabajo, acá vamos a defender la plena ocupación, que no nos toquen a Cristina.
A mi todavía hoy me gustaría generar locales abiertos, centros culturales, saltar como pelotitas de ping pong y vamos todos, vamos por más, y que en cada agrupación hoy seamos veinte y mañana cuarenta, y de acá a un mes que aparezcan doscientos. Hay que tocar timbre, hay que golpear puerta por puerta, ¿saben cuántos estudiantes sacó Obama en los distintos estados de norteamérica a timbrear? Dos millones. Fue parte también de la elección. Dejemos de lado la maquinaria perfecta de última tecnología política aplicada a una campaña electoral, pero el último aguante, el último aliento, se manifiesta en el convencimiento de decirle a alguien que sale de la casa: -A Obama ponele la papeleta! El entusiasmo es una convicción, la convicción es una conducta, la conducta es una postura ideológica y política, la postura ideológica y política es un proyecto de país, un proyecto de país es una identidad, una identidad es una pertenencia, la pertenencia se hace un colectivo. Vamos, vamos, ¿somos todos o no somos todos? (aplausos)
Y hoy estamos mal, pero uno se pregunta: ¿Quién está enfrente? Y ves al multimedio La Nación, ves ciertos sectores a los cuales pasás lista y te preguntás: -¿Dónde está la parada del colectivo que va para el otro lado? Pero a pesar de esto, que yo digo agrandado que estamos mal (risas), lo digo agrandado porque tenemos todos los elementos para volver a recuperar una experiencia histórica, que tiene nada más y nada menos en función de su síntesis más acabada, 63 años. Y por más que nos digan que somos impresentables, por más que nos digan que somos ese aluvión que toma todo, por más que nos digan que tiene que terminar esta locura de la identidad nacional, popular y revolucionaria, en el fondo también nos dicen que cuando llega el momento de las decisiones de la Argentina, las papas del fuego se sacan con ideología y con política, con conducta y perseverancia y con militancia (aplausos).
Nosotros tenemos historia, nosotros tenemos cultura, nosotros tenemos raíces, tenemos además y yo me siento orgulloso, porque voy a algunos lugares y me quedo tranquilito en un rincón y miro: cuadros, militantes, hombres y mujeres, reservas que todavía no hemos echado mano, que una vez que se pongan a funcionar, esta maquinaria es imparable. Lo que pasa que, obviamente, ese encanto de saber que uno está confiado yendo para adelante porque adelante tuyo van otros y detrás también. Ese encanto del colectivo en marcha, del pueblo con conciencia, de la capacidad de que vos mañana te quedaste dormido a las dos de la mañana, porque ya no das más, pero uno sabe que a esa hora hay un compañero pintando, otro que está preparando en el amanecer la ida a la puerta de una fábrica, el otro que está preparando el speech para la oficina, el otro que está preparando su debate en el parlamento, el otro que está arengando a los compañeros en la fábrica, el otro que está en la escuela, el otro que en las universidades dice: ¿cómo no se puede?
Vamos a armar y a organizar esa multiplicidad de cosas que son locales abiertos, gente tocando timbre, gente pegando afiches, gente pintando paredes, gente pensando proyectos y romper este círculo vicioso, con gente que vuelva a decirle al compañero o la compañera: -No, yo no, vos sos el que tiene que ir en la lista, porque vos tenés más elementos y te lo ganaste y yo voy a luchar para que todos estemos detrás tuyo y darte la mano para que seas el mejor legislador, el mejor diputado, el mejor funcionario, el mejor compañero a cargo de un local.
Si en la Argentina esta nueva cosa que se llama militancia, esta nueva cosa que significa elevar la política en función de las nuevas transformaciones, no lo hacemos nosotros, yo pongo en duda hoy a la oposición y a ciertos factores de poder, que por más que pongan palos en la rueda, les va a ser imposible manejar lo que ya es esta conciencia abierta del pueblo argentino. Este pueblo no va a volver a índices de desocupación de dos dígitos, no va a volver a estar expectante de las misiones del Fondo Monetario, no va a volver a la idea de que un grupo exporta y el resto tiene que mirar con la ñata en la vidriera. Esta Argentina ya está.
Yo a veces hablo con algunos compañeros gremialistas y les digo: compañeros ¿cómo puede ser? En el 2001 había un índice de desocupación de casi el 30 por ciento, un nivel de indigencia también altísimo, había algunos gremios cuyas seccionales habían desaparecido, calzado, la Unión Obrera Metalúrgica había quedado en 40.000 afiliados en el 2001, con una obra social con concurso de acreedores. Desde el 2003 en adelante comenzamos un proceso de recuperación, donde nuevamente se abrieron fábricas con 15 ó 20 mil operarios.
Y yo siempre cuento como ejemplo, que el año pasado, en el acto del 17 de octubre que se hizo en La Matanza, en una escuela fábrica recuperada, donde nuevamente se instrumenta en La Matanza la recuperación de lo que son las capacitaciones a nivel de los trabajadores. Y ese día, habló el ministro Tomada, habló el intendente de La Matanza y habló un compañero delegado de la fábrica que significaba el por qué del nombre Tomasini a la escuela que estábamos inaugurando. Tomasini era un delegado de fábrica que en el 76 fue detenido desaparecido. Este compañero, ahí estaban Cristina candidata, Néstor y todos en un estrado, y abajo estábamos un grupo de compañeros y muchos dirigentes gremiales. Cuando habla este compañero de 23 años, delegado de la fábrica donde fue chupado Tomasini, bajó una línea fabulosa, explicó con pocas palabras de donde veníamos, que estaba pasando con la recuperación del trabajo, cual era ese presente próspero donde un hombre a los 23 años tenía asegurado el trabajo.
Cuando un hombre a los 23 años tiene asegurado el trabajo, o la gente tiene asegurado el trabajo, ve el futuro de otra manera. Porque ya piensa en su casa, en invertir, en generar la idea de papá, mamá, los chicos, la familia. Fue brillante. Cuando terminó de hablar este trabajador, Cristina se le acerca y le preguntó, yo no lo escuché pero le leí los labios. Le preguntó: ¿Cómo te llamás? ¿Cuántos años tenés? Entonces cuando habla Cristina le dice al Presidente: -Presidente, este compañero hoy tiene 23 años y nos dio una lección de lo que significa la defensa de la dignidad del trabajo, lo que es esta Argentina en crecimiento, lo que es esta Argentina donde apostamos a la industria, donde nuevamente apostamos al trabajo. Este compañero tiene 23 años, la misma edad que tenía Tomasini cuando lo hicieron detenido desaparecido.
Con esto lo que quiero decir es que tiene que haber hoy muchos 23, 21, 19, 16, 25, 30, muchos trabajadores que expliquen, que defiendan esto que ha significado la nueva posibilidad de recuperar fábricas, regiones económicas que habían sido arrasadas, puestos de trabajo que parecía que estaban colapsados y nunca más, pero tienen que expresarse, tenemos que ir a buscarlos y decirles: animémonos, vayamos. Millones de nuevos compañeros son los que tienen que explicar esta nueva realidad que se provocó en la Argentina en estos años. No lo van a poder explicar los gordos, los gordos siguen pensando en Carlitos, en la Argentina que obviamente no exportaba y deme dos, en la Argentina de la baratija, en la Argentina donde pocos se la llevaban y muchos la tenían que mirar desde abajo.
Necesitamos esta nueva camada de dirigentes, no solo por juventud, sino porque pueden explicar con tranquilidad y sin prejuicios y sin ponerse colorados, porqué van a defender esto. Si ustedes están observando en estos últimos meses todos los discursos de Cristina y de Néstor están en función de llevar hasta las últimas consecuencias la defensa del pleno empleo en la Argentina. Hay palabras que están erradicadas desde el oficialismo: enfriamiento de la economía, no; achique, no; ajuste, no; despidos, no; baja de salarios, no; qué más, ésta es la vida. En un mundo en que honestamente viene mal la mano, vamos a ver cosas muy difíciles en países centrales, incluso en algunos países del Unasur.
Y ahora tenemos que estar como dice la canción del tablón: todos para uno y uno para todos, ahora se ve el colectivo y el proyecto y las ideas en función de ese colectivo. Ahora nosotros tenemos que empezar a correr a todos los gurúes que llevaban adelante una prédica hasta hace meses donde Argentina no solo iba a colapsar sino que estaba en default. Donde Argentina parecía que iba a estallar en función de una crisis que ellos solo veían. No puede ser que aceptemos la desmemoria de cierta dirigencia que nos llevó al 2001 y habla como si no hubiese pasado nada. Y el 2001, nos guste o no, está ahí a la vuelta en nuestro pasado reciente y nos sigue tocando.
Ahora, hay que animarse a dar la confrontación, ¿es difícil? Y sí, claro, te tiran con Clarín, te tiran con La Nación, te tiran con los medios, cada uno nuestro que van a los programas, van diez de los otros, y hablan, hablan, y hablan. ¿Pero sabés qué? Si la cosa es hablar por hablar, tampoco van a ganar. (aplausos)
Exposición y debate realizados en la Ciudad de Buenos Aires, el lunes 24 de noviembre a las 19 horas, en el centro cultural El Zaguán, en el marco de Café Cultura Nación, organizado por la Secretaría de Cultura de la Nación.
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