miércoles, 4 de mayo de 2011

Dante Gullo: “Nuestro pueblo siempre enfrentó el silencio de las dictaduras”


Por Juan Carlos Dante Gullo Diputado y vicepresidente de la Comisión de Libertad de Expresión.

La delegación de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) que llega al país tendría que estar abierta a ver la realidad de la Argentina. Sobre todo si la intención de esta visita es, como informa la propia SIP, velar por el cumplimiento efectivo de la libertad de expresión. En el país se está viviendo una verdadera multiplicidad de voces, lo que implica un verdadero avance de la calidad democrática. 

La SIP también debería pronunciarse para hacer respetar lo que determinan las leyes internacionales sobre libertad de expresión, y menciono en especial el artículo 13 del Pacto de San José de Costa Rica, donde se advierte que “no se puede restringir la libertad de expresión por vías o métodos indirectos”. Un ejemplo de esos métodos indirectos es lo que el multimedios Clarín hizo durante muchos años con la empresa Papel Prensa. Ese abuso de poder dominante atentaba contra la libertad de expresión. 

También se puede restringir la pluralidad de voces por métodos indirectos en el campo de las frecuencias radioeléctricas y de los medios audiovisuales en general. ¿O no significa un abuso de posición dominante la autocensura que el Grupo Clarín impone a sus propios trabajadores, los periodistas de sus distintos medios? ¿O tampoco es una restricción a la libertad de expresión la decisión de que Pakapaka y CN23 queden excluidos de la grilla de la distribuidora de cable Cablevisión? 

Además de un acto de descarnada discriminación, la decisión de dejar afuera a esos dos canales supone una violación de una ley sancionada por el Congreso. Entre la SIP y los gerentes de los grupos concentrados de la comunicación, como también de los periodistas truchos, siempre va a haber una connivencia, una complicidad que afecta cotidianamente la libertad de expresión. Los visitantes de la SIP deberían recordar que en nuestro país hubo más de 1200 trabajadores de prensa detenidos-desaparecidos, algunos fueron fusilados, mientras la SIP hacía un silencio total. 

  En la Argentina hay una prensa de las elites, cipaya y cautiva de los poderes económicos, pero también hay una prensa participativa, abierta, que se propone generar más libertad. Verdadera libertad. Los visitantes de la SIP deben saber que el peronismo, como identidad política, siempre se tomó en serio la democratización real de la comunicación: en 1953 sancionó la Ley de Radiodifusión, y en los últimos años impulsó la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual.

  Ojalá que la delegación de la SIP aproveche su paso por la Argentina para recordar que nuestro pueblo siempre enfrentó el silencio de las dictaduras. En medio de la represión, tomó la libertad de prensa en sus manos: mientras los medios callaban, el pueblo sacaba sus hojas clandestinas. O difundía sus ideas con tizas y carbón. Así fue desde Mariano Moreno hasta la fecha, así seguirá siendo. Los argentinos, mal que les pese a los poderes fácticos, nunca nos vamos a callar.



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