Un 26 de julio de 1822, San Martín y Bolívar se reúnen en la entrevista de Guayaquil, antesala de la liberación del continente. El mismo día, en la Argentina de 1890, estalla la Revolución del Parque, que condujo al sufragio universal. En 1952, Evita trasciende a la historia como abanderada de los humildes. En la isla de Cuba, otro 26 de julio pero de 1953, un grupo de jóvenes insurgentes ataca el cuartel Moncada, hecho decisivo de la revolución cubana.
El 26 de julio de 1822, las dos figuras más importantes de la liberación de América del Sur se reunieron en Guayaquil. Allí, José de San Martín y Simón Bolívar acordaron la estrategia para la liberación definitiva de Latinoamérica. Se iniciaba el camino de la Patria Grande. “El corazón se llena de ternura al pensar en esos gigantes fundadores. Esos son héroes; los que pelean para hacer a los pueblos libres, o los que padecen en pobreza y desgracia por defender una gran verdad. Los que pelean por la ambición, por hacer esclavos a otros pueblos, por tener más mando, por quitarle a otro pueblo sus tierras, no son héroes, sino criminales”, como dijera José Martí.
Otro 26 de julio, en 1890, se inició la Revolución del Parque, una insurrección cívico-militar dirigida por la Unión Cívica, que lideraban Leandro Alem, Aristóbulo del Valle y Bernardo de Irigoyen, entre otros. La revolución fue derrotada pero de todos modos llevó a la renuncia del presidente Juárez Celman. Es el momento en que la sociedad civil urbana comienza a ser protagonista: los obreros organizan los sindicatos, surgen los partidos políticos modernos, cooperativas, organizaciones feministas. El pueblo comenzó a exigir que se reconozcan sus derechos políticos, sociales y culturales. Como consecuencia, en 1912, fue sancionada la Ley que estableció el sufragio secreto y universal para varones.
También un 26 de julio, en 1952, Evita entró en la inmortalidad. Durante dos semanas millones de argentinos y argentinas le rindieron homenaje y expresaron su amor a la abanderada de los humildes, pero no fue una despedida, muy por el contrario, Evita se erigió como patrimonio histórico y cultural de la humanidad, como símbolo universal de justicia social, de entrega a los pobres, de amor por el pueblo. Como ella misma definió: «Quiero terminar con una frase muy mía, que digo siempre a todos los descamisados de mi patria, pero no quiero que sea una frase más, sino que vean en ella el sentimiento de una mujer al servicio de los humildes y al servicio de todos los que sufren: “Prefiero ser Evita, antes de ser la esposa del Presidente, si ese Evita es dicho para calmar algún dolor en algún hogar de mi Patria”».
El 26 de julio de 1953, en Cuba, un grupo de hombres y mujeres de la juventud del Partido Ortodoxo, al mando del abogado Fidel Castro, inició el Asalto al Cuartel Moncada. Fue una acción armada cuyo objetivo era derrocar al dictador Fulgencio Batista. Fidel les dirigió esta brevísima exhortación: “Compañeros: Podrán vencer dentro de unas horas o ser vencidos; pero de todas maneras, ¡óiganlo bien, compañeros!, de todas maneras el movimiento triunfará. Si vencemos mañana, se hará más pronto lo que aspiró Martí. Si ocurriera lo contrario, el gesto servirá de ejemplo al pueblo de Cuba, a tomar la bandera y seguir adelante. El pueblo nos respaldará en Oriente y en toda la isla. ¡Jóvenes del Centenario del Apóstol! Como en el 68 y en el 95, aquí en Oriente damos el primer grito de ¡Libertad o muerte! Ya conocen ustedes los objetivos del plan. Sin duda alguna es peligroso y todo el que salga conmigo de aquí esta noche debe hacerlo por su absoluta voluntad. Aún están a tiempo para decidirse. De todos modos, algunos tendrán que quedarse por falta de armas. Los que estén determinados a ir, den un paso al frente. La consigna es no matar sino por última necesidad”.
El movimiento insurgente fue derrotado por la dictadura. Durante el juicio a los atacantes, Fidel Castro realizó su propia defensa y puso en evidencia las torturas y ejecuciones llevadas a cabo por el gobierno, con un alegato histórico que hoy conocemos como La Historia me absolverá.
Juan Carlos Dante Gullo, diputado nacional (FpV)
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